Hablar de decisiones conductuales, hace dos o tres décadas atrás, ante expertos ortodoxos de la economía clásica no era una tarea fácil. Sin embargo, el basamento de las decisiones conductuales en la actualidad, es tal, que ya son varios los Premios Nobel entregados a diversos estudiosos del tema.
“La neuroeconomia es la combinación de la neurociencia, la economía y la psicología para estudiar el proceso de selección de los individuos”.
Para entender las decisiones conductuales y su razonamiento, primero debemos echar un breve vistazo a las neurociencias. El cerebro humano se compone de diferentes partes. La parte más antigua, el núcleo interno del cerebro, es el tallo (tronco cerebral). El tallo cerebral controla funciones corporales clave como la circulación, respiración y digestión.
El sistema límbico es responsable de nuestros sentidos (en el tálamo) y también de nuestros instintos, como la supervivencia y la reproducción (en el hipotálamo), así como emociones positivas (en el núcleo accumbens) y temores (en la amígdala).
No en vano, esta parte de nuestro cerebro desempeña un papel importante en la intuición y por ende en las decisiones de los seres humanos.
- La principal hipótesis de la teoría de la perspectiva está relacionada con la intuición y es la “aversión a la pérdida”, lo que significa que las pérdidas nos hacen el doble de daño con respecto a la felicidad producida por las ganancias.
Cuando hablamos acerca de una dolorosa pérdida financiera, no estamos exagerando. Las pérdidas financieras son procesadas por partes del cerebro que son responsables de la red de dolor. Una de estas áreas es la amígdala.
A diferencia del planteamiento de la teoría clásica de economía, las personas son adversas a las perdidas, y no lo son al riesgo. Existe una asimetría pues, son adversas cuando perciben una ganancia de riqueza, pero son buscadores de riesgo cuando se trata de perdidas. Frente a una ganancia segura menor que el valor esperado de una ganancia mayor, no apuestan; pero, ante una perdida segura y una perdida esperada mayor, apuestan esperando tener suerte y que los eventos adversos no ocurran.
- Las finanzas conductuales muestran que, cuando se trata de riesgo e incertidumbre, el comportamiento de los inversionistas se desvía mucho del escenario ideal del inversionista racional. Los inversionistas típicos son víctimas de una matriz de obstáculos psicológicos.
Para entender el comportamiento de la inversión, es importante preguntarse: ¿cómo responde nuestro cerebro a las ganancias y pérdidas?, ¿cómo responde a los riesgos?, ¿cómo responde a los riesgos, pérdidas y ganancias a largo plazo? ¿Puede nuestro cerebro evaluar las ganancias, pérdidas y riesgos correctamente?
Nuestras neuronas envían señales para revelar un juicio cargado de emociones sobre riesgos y rendimientos. Por ejemplo, las pérdidas y ganancias a veces afectan diferentes partes del cerebro.
Algunas de estas partes, como la amígdala, provienen claramente del sistema límbico y no de nuestra corteza prefrontal, es decir, de nuestra racionalidad.
Por lo tanto, una clara separación de ganancias y pérdidas, como supone la teoría de la perspectiva de Kahneman y Tversky, ganadora del Premio Nobel, es más natural.
- En particular en el terreno de las finanzas, por una parte se está dando una revisión de paradigmas respecto del método y por otra, se pone en cuestionamiento el supuesto de la racionalidad de los agentes económicos, los nuevos paradigmas abren un campo en las finanzas denominado en inglés “behavioral finance” (finanzas conductuales o finanzas del comportamiento), en el que además del aporte de las finanzas adquiere una vertiente en la psicología y la neurociencia
El paradigma original de las finanzas como disciplina que nace desde la economía, es el de que los agentes son racionales, lo cual implica dos cosas según los autores:
1- La nueva información recibida actualiza en forma correcta los conocimientos de los agentes de acuerdo al teorema de Bayes. (La probabilidad condicional de un evento aleatorio)
2- Dadas sus creencias los agentes hacen elecciones que son normalmente aceptables en el sentido del concepto de Subjective Expected Utility (Utilidad Esperada Subjetiva)
- La hipótesis contrapuesta es que la conducta de los agentes parece no ser siempre racional según Kahneman y Tversky (1979), lo cual da una oportunidad a las Finanzas Conductuales, pues a partir de la observación de que los supuestos de la racionalidad han sido objeto de duda desde hace algún tiempo, y además, existe evidencia respecto a que los agentes no siempre actualizan sus conocimientos en forma correcta, pues hacen elecciones que no son congruentes con el concepto de “Subjective Expected Utility”.
Rafael Arellano