Hace algunos años en un importante congreso de ejecutivos y gerentes, uno de los conferencistas más esperados decidió comenzar su intervención de la siguiente manera:

“Cuenta la leyenda que hace muchos años, en un pueblito muy distante de la ciudad vivía una población que se sostenía básicamente de la agricultura, eran reconocidos por cultivar piñas, las mejores y más bellas piñas eran de ese pueblito.  Como en todo pueblito había un cura, un comisario, un bar, una escuelita, uno que otro almacén, un médico…

Todas las personas del pueblo se relacionaban muy bien entre ellos, eran felices. El médico siempre cargaba su estetoscopio y bata blanca al momento de atender a los pacientes. Era una persona muy amable, considerada y preocupada por la gente. A quien lo consultaba acostumbraba a contarle anécdotas, acerca de las dolencias y enfermedades que la persona padecía. Finalmente le daba las instrucciones acerca de lo que la persona debía hacer para recuperar la salud. Cosa que no siempre sucedía como la gente esperaba.

Un buen día llegó al pueblo un viejo amigo del médico y de manera inmediata se supo que el médico no era médico. Nunca había estudiado medicina, ni nada que se le pareciera”. En ese momento el conferencista termina la historia y le plantea a la audiencia varias preguntas: ¿Qué opinan ustedes acerca de ese señor que se hacia pasar por médico? ¿Que hablaba de medicina y enfermedades sin haberse formado en la materia? ¿Que recetaba tratamientos sin los conocimientos y formación necesaria?

La respuesta unánime fue que era un falso, que se aprovechó de la inocencia y buena voluntad de la gente… En ese momento pidió que, por favor, se pusieran de pie los gerentes que se habían formado en gerencia, que se habían formado y graduado en una carrera gerencial. El silencio fue notorio. Más de la mitad de los presentes se quedaron sentados. Se sentía en el ambiente una sensación de gran incomodidad y a muchos se le congeló la sonrisa.

En la actualidad, en materia de formación-capacitación y consultoría organizacional, y más aún en materia de desarrollo personal existen muchos “médicos” como éste del cuento. Así como también existen muchos “pacientes” que confiadamente los escuchan y creen en ellos.

Ser gerente va mucho más allá de ser jefe. Así como ser papá o mamá va mucho más allá de parir o engendrar a un niño. Conducir procesos de aprendizaje en el contexto de habilidades blandas requiere de conocimiento, de formación en la materia de lo que se pretende enseñar. La buena voluntad y deseo no es suficiente. Como no era suficiente la buena voluntad del “medico del pueblo”.

Por ejemplo, hoy mucha gente habla de coaching, de empowerment, de feedforward, de autoestima, personalidad, de resiliencia, de leadership, teambuilding, management, soft and hard skill. Pareciera que mientras el termino pertenezca más al idioma inglés, más atractivo es. Resulta que todos y cada uno de estos términos tienen un componente total y absolutamente de naturaleza personal, muy psicológico. Lamentablemente, en la actualidad, con cierta frecuencia uno se encuentra a personas enseñando formalmente sobre temas en los que no están formados. Cuando indagas un poco te encuentras que algunos son profesionales (no todos), los hay en una gran diversidad de carreras, personas curiosas que han leído del tema, asistieron a un curso y les gustó mucho, hicieron un curso por internet y recibieron un certificado o tienen una necesidad económica muy particular y vieron ahí una posibilidad de satisfacerla.

Esta sociedad actual se caracteriza por tener una dinámica diaria de gran velocidad que se traduce en un mar de gente apurada, muchas veces corriendo para no llegar tarde al trabajo. Centrada en sus pensamientos e ideas, aislada de los otros – muchos con audífonos que no les permite enterarse si alguien les habla. Preocupados y enfocados en solucionar sus necesidades materiales, en generar la mayor cantidad de dinero posible, en lograr el mayor bienestar material posible.

Toda esta situación hace que paralelo a esto se vayan gestando procesos de insatisfacción personal, consigo mismo, con la pareja, con los compañeros de trabajo, con los jefes, con la vida… Este panorama deja la puerta abierta a que muchos tengan disposición a escuchar a personas que se presenten como conocedores de lo psicológico. Personas que puedan ayudarlos a desarrollar una visión personal y de vida superior a la que poseen. Profesionales que ayuden a hacer consciente algunas oportunidades de mejora y fortalezas que les permita desarrollar habilidades que finalmente le permita sentirse mejor, ser un mejor trabajador, una mejor esposa, mejor esposo, mejor novio, mejor novia, mejor hijo, mejor compañero. Tengamos mucho cuidado en no caer en manos del “médico del pueblo”.

Rafael Arellano