La primera vez que escuché acerca de este tema, me llamó poderosamente la atención, siendo psicólogo organizacional me pregunté: ¿qué es la economía conductual? La información que conseguí como respuesta me dejo ver un panorama tan interesante, que desde ese momento me convertí en un fiel estudioso de este tema.

Al buscar la definición de Economía, podemos encontrarnos con ideas tales como: “Ciencia que estudia los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, para satisfacer las necesidades humanas”. Y si alguien quisiera conocer el significado del término “Conductual”, encontrará que proviene de la psicología. Está relacionado con la conducta e inclusive encontrará que existe una corriente o escuela psicológica llamada Conductismo, de la cual es padre Frederick Skinner.

En algún momento alguien podría pensar que, asociar los planteamientos de Adam Smith (como uno de los mayores representantes de la economía clasica) con los planteamientos de la psicología tradicional, como podrían ser los propuestos por F. Skinner; seria una idea con poco sentido, ya que, podría parecer que el objeto de estudio de cada una de estas disciplinas está perfectamente diferenciado. Y si bien es cierto que dicha premisa no deja de tener mucho sentido, la historia no termina ahí.

Históricamente la ciencia económica ha sido concebida como la más poderosa de las ciencias sociales y su reputación se ha fundamentado en la existencia de modelos formales basados en la idea de poseer un núcleo teórico unificado del que parte casi todo. Al pronunciar el concepto “teoría económica”, los conocedores en la materia saben muy bien de que se está hablando. Y se podría decir que ninguna otra ciencia social cuenta con un basamento similar. Según Richard Thaler (Premio Nobel de Economía 2017), esto es tan cierto que, los economistas suelen comparar su campo con el de la física, ya que, al igual que ésta, la economía se basa en unas pocas premisas iniciales.

  1. Thaler en sus inicios como economista se dedicó a crear una lista de comportamientos humanos los cuales resultaban “extraños” y eran imposible explicarlos bajo el enfoque de la teoría económica tradicional. Cercano a esos tiempos, en el año 1976, Thaler tuvo la oportunidad de conocer a Amos Tversky y Daniel Kahneman, ambos grandes psicólogos israelíes, los cuales venían estudiando arduamente el proceso de toma de decisiones en los seres humanos. Desde ese momento Thaler reforzó mucho más su interés por los comportamientos que resultaban inexplicables para la economía clásica y asumió a Tversky y Kahneman como sus grandes maestros.

Desde ese entonces Richard Thaler se convirtió en el puente o nexo entre los economistas americanos de su generación y los dos psicólogos estudiosos del proceso de toma de decisiones. Comenzaron una estrecha colaboración que finalmente se tradujo en ese especial matrimonio entre la psicología experimental y la microeconomía, del cual nació lo que hoy se conoce como Psicología Económica o psicología conductual.

Resulta interesante resaltar que, aunque los economistas ortodoxos se burlaban inicialmente de los investigadores que iban en contra del modelo de la economía clásica, y los consideraban como buscadores de pequeñas e inconexas anomalias en los mercados financieros, las descubiertas han sido tantas y de tal magnitud que han terminado por poner en entredicho el paradigma científico tradicional de la eficiencia de los mercados financieros.

Muchas personas, conocedoras o no de temas económicos, parecieran suscribir el concepto de homo economicus u hombre económico, la idea de que cada uno de nosotros siempre piensa y escoge bien, y por lo tanto, encaja en la imagen de los seres humanos que presentan los libros de texto de los economistas. En estos libros aparece un homo economicus que puede pensar como Albert Einsten, tiene tanta memoria como el computador de mayor capacidad y una voluntad inquebrantable. Pero en la realidad, la gente no es así. Las personas en la vida real tienen dificultades para dividir entre más de una cifra. Pueden olvidar la fecha de cumpleaños de sus seres más queridos y tienden a variar en su estado de ánimo de forma no siempre predecible. No es homo economicus, es homo sapiens. En el presente escrito Econ y Humanos.

Existen miles de ejemplos que demuestran que las personas no son como lo concibe la teoría económica, un ser humano caracterizado por una racionalidad absoluta. En la realidad, el comportamiento de las personas se aleja de esas criaturas ficticias a las que se refieren los modelos económicos.

En el mundo ficticio de los Econ, los humanos se portan mal muy a menudo, y esto implica que los modelos económicos ofrecen muchas predicciones erróneas.

La premisa central de la teoría económica es que la gente elige por optimización. Además, se asume que las creencias a partir de las cuales los Econ llevan a cabo sus elecciones son imparciales, es decir, que elegimos basándonos en lo que los economistas denominan expectativas racionales.

La realidad nos dice que estas premisas no son correctas. Primero, los problemas de optimización a los que se enfrenta la gente normal a menudo son demasiado difíciles como para que los puedan resolver o incluso acercarse a su resolución. Segundo, las creencias a partir de las cuales las personas toman sus decisiones no son imparciales. Puede que el exceso de confianza no aparezca en el diccionario de los economistas, pero es un rasgo muy arraigado en la naturaleza humana y existen innumerables otros sesgos documentados por los psicólogos.

En palabras de R. Thaler, es hora de dejar de inventar excusas. Lo que necesitamos es un enfoque mucho más rico a la hora de llevar a cabo investigaciones económicas, uno que reconozca la existencia y la relevancia de los humanos

Durante años, los economistas se han resistido con todas sus fuerzas a empezar a basar sus modelos en una caracterización más precisa del comportamiento humano, pero gracias a la influencia de economistas jóvenes y creativos dispuestos a asumir algunos riesgos y salirse de los caminos económicos tradicionales, el sueño de una versión enriquecida de la teoría económica se está haciendo poco a poco realidad. Este campo concreto es conocido como economía del comportamiento o economía conductual, aunque no es una disciplina diferente: sigue siendo economía, pero una economía que cuenta con importantes dosis de psicología y de otras disciplinas sociales.

Cuando todos los economistas tengan una mentalidad abierta y estén dispuestos a incorporar en su trabajo variables importantes, incluso si el modelo racional existente sostiene que tales variables no deberían influir, el campo de la economía del comportamiento desaparecerá. Cuando llegue ese momento, todos los economistas serán todo lo conductuales que sea necesario, y aquellos que se han empeñado testarudamente durante décadas a aferrarse a un modelo imaginario poblado solo por Econ deberán agitar la bandera blanca, en lugar de la mano invisible e inquieta.

Rafael Arellano